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Enfarpeladasocumveu

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Las mujeres utilizan ambos hemisferios cerebrales para percibir la belleza mientras que los hombres sólo utilizan el hemisferio derecho.

A esta conclusión ha llegado un estudio coordinado por el investigador Camilo José Cela Conde de la Universidad de las Islas Baleares en Palma de Mallorca y que también cuenta con la participación de Francisco J. Ayala, de la Universidad de California en Irvine (Estados Unidos). Los resultados del trabajo se publican en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).

Según explico Camilo J. Cela Conde, "el estudio constata las diferencias en la actividad cerebral que existen entre mujeres y hombres al percibir la belleza. Mientras que las mujeres utilizan ambos hemisferios cerebrales, los hombres llevan a cabo la tarea sólo con el hemisferio derecho".

Para el equipo de investigadores, el por qué de las diferencias no es fácil de indicar. El estudio incluye una explicación evolutiva que apunta a que mujeres y hombres, durante la evolución humana, siguieron distintas estrategias de caza y recolección de alimentos que se sabe condujeron a diferentes maneras de orientarse. "Es posible que ese hecho afecte también a la percepción de la belleza. Al fin y al cabo, el poder simbólico de los objetos decorativos es muy alto y está relacionado sin la menor duda con aspectos sociales", añade Cela.

Una de las novedades del estudio es la comparación entre mujeres y hombres en cuanto a la percepción de imágenes bellas, así como el uso de la técnica de la magnetoencefalografía. Los autores la habían utilizado ya en experimentos anteriores que les permitieron poner en evidencia la activación cerebral selectiva ante estímulos considerados como bellos por parte de las mujeres.

"Ese descubrimiento nos llevó a plantearnos las posibles diferencias que pudiesen existir entre ambos sexos. Como aspecto a tomar muy en cuenta, este trabajo nuestro de ahora añade el enfoque evolutivo tanto en lo que hace a la capacidad de apreciar la belleza como respecto de las diferencias que existen entre mujeres y hombres en esas facultades".

Los autores examinaron la actividad cerebral en la corteza de 10 hombres y 10 mujeres a los que se les mostraron pinturas y escenas urbanas y les pidieron que las tasaran como "bellas" y "no bellas". Para ello, estudiaron los campos magnéticos producidos por las corrientes eléctricas de las neuronas mediante la técnica de la magnetoencelografía (MEG).

Los investigadores descubrieron que en ambos sexos la actividad era mayor en el lóbulo parietal y que llegaba a su máximo en el periodo de 300 a 900 milisegundos después de que las imágenes se mostraran a los participantes. Este lapso de tiempo sugiere que la actividad está relacionada con el juicio que se realiza sobre la imagen en vez de con su percepción inmediata.

Según los autores, dado que el lóbulo parietal ha evolucionado en gran medida desde que divergieron los linajes de humanos y chimpancés, la disparidad de género en la apreciación de la belleza probablemente sea posterior a esta separación.

Según señala Cela, las aplicaciones médicas tendrán que esperar a que se lleven a cabo otros experimentos de este mismo tipo de tareas pero en personas con trastornos como la esquizofrenia. En tono desenfadado, Cela señala que "el rango temporal en el que aparecen los juicios acerca de si nos gusta o no una imagen (entre 500 y 900 milisegundos) debería consolar a los maestros que llevan a sus alumnos a un museo y se desesperan al comprobar el poco tiempo que dedican los niños a cada cuadro".

En el trabajo, cuyo equipo de investigadores ha coordinado Cela, han colaborado científicos de las universidades de las Islas Baleares (UIB) y California, el Centro de Magnetoencefalografía 'Dr. Pérez Modrego' de la Complutense de Madrid y el Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos del CSIC y la UIB. De los aspectos evolutivos, psicológicos, los protocolos y registros MEG, la modelización de señales complejas y los procesos de preferencia estética se han encargado Francisco Ayala, Enric Munar, Fernando Maestú, Miguel Capó, Claudio Mirasso y Gisèle Marty respectivamente.
 

FUENTE: PNAS ON LINE. 2009 FEB

 

 

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Manifestaciones neuropsiquiátricas del déficit de vitamina B12

Introducción: Revisar e ilustrar los hallazgos psiquiátricos asociados con el déficit de vitamina B12.

Métodos: Reporte de caso.

Resultados: Se trata de una mujer de 40 años, quien sufrió un primer episodio de sintomatología psicótica. Por ello fue hospitalizada en el Hospital Mental Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Pasto, Nariño, en el 2005; además, presentaba cefalea, agudización de sus síntomas depresivos, alteración en sus funciones cognoscitivas de inicio reciente y quejas neurológicas concomitantes dadas por hipoestesia en tercio distal de las cuatro extremidades. En los resultados de los paraclínicos solicitados se encontró una anemia macrocítica, por lo que se analizaron las concentraciones de vitamina B12 y ácido fólico, que mostraron valores por debajo de lo normal de la primera. Durante su hospitalización se manejaron los síntomas con psicofármacos y se inició la reposición de la vitamina B12, con lo que presentó mejoría de su cuadro. Dos años después, la paciente continúa asintomática desde el punto de vista mental, asiste a controles por hematología, especialidad que la ha encontrado estable manteniendo el uso de suplencia vitamínica indefinida.

Conclusiones: Este caso ilustra el compendio neuropsiquiátrico diverso que pueden presentar las personas con déficit de vitamina B12; así mismo, el carácter reversible de esta sintomatología cuando el diagnóstico y el tratamiento se hacen tempranamente y de manera adecuada.

 

FUENTE: REVISTA COLOMBIANA DE PSIQUIATRÍA. 2008 MAR;37(1):129-139.

Constanza Mendoza Bermúdez; Mauricio de la Espriella Perdomo.

 

 

 

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Cuando los músicos tocan juntos no sólo se sintonizan sus instrumentos sino que también lo hacen sus ondas cerebrales.

 

Así lo indica un estudio del Instituto Max Planck de Desarrollo Humano en Berlín (Alemania) que se publica en la revista digital 'BioMed Central Neuroscience'. Las lecturas de los electroencefalogramas de parejas de guitarristas se volvían más sincronizadas, un descubrimiento con amplias implicaciones sobre la interacción cerebral entre los seres humanos.

Los científicos utilizaron electroencefalografía (EEG) para registrar la actividad eléctrica cerebral en ocho parejas de guitarristas. Cada pareja tocaba una melodía corta de jazz-fusión juntos hasta 60 veces mientras que la EEG recogía sus ondas cerebrales a través de electrodos en el cuero cabelludo.

Las similitudes entre las fases de ondas cerebrales tanto en el cerebro de los músicos y entre ellos aumentaban de forma significativa, primero cuando escuchaban el ritmo de un metrónomo como preparación y luego cuando comenzaban a tocar juntos.

Las regiones frontal y central del cerebro mostraron los patrones de sincronización más fuertes. Sin embargo, las regiones temporal y parietal también mostraron una sincronización relativamente elevada en al menos la mita de las parejas de músicos. Las regiones podrían participar en procesos que apoyan la acción coordinada entre los jugadores o en el disfrute de la música.

Según explica Ulman Lindenberger, coautor del estudio, "nuestros descubrimientos muestran que las acciones coordinadas interpersonalmente están precedidas y acompañadas por emparejamientos oscilatorios entre los cerebros".

Los resultados no muestran si estos emparejamientos se producen en respuesta al ritmo del metrónomo y la música, como resultado de ver los movimientos de los otros y escuchar la música del otro o si la sincronización cerebral tiene lugar primero y produce una actuación coordinada. Aunque ya se ha observado antes que el cerebro de los individuos se sintoniza con la música, esta es la primera vez que los músicos han sido evaluados conjuntamente en concierto.
 

 

FUENTE: BMC NEUROSCIENCE. 2009 MAR;10

 

 

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Maduración de la corteza prefrontal y desarrollo de las funciones ejecutivas durante los primeros cinco años de vida.

Introducción. Los primeros cinco años de vida son críticos en el desarrollo de las funciones ejecutivas. Los cambios observados en la capacidad y competencia ejecutiva parecen guardar una estrecha relación con los procesos madurativos de la corteza prefrontal.

Desarrollo. Las pruebas obtenidas en las tres últimas décadas indican que el funcionamiento ejecutivo inicia su desarrollo antes de lo que previamente se pensaba. En edades tempranas ya es posible observar cómo emergen diversas capacidades cognitivas que posteriormente constituirán lo que conocemos como funciones ejecutivas. El propósito de este artículo es describir cómo se desarrollan las funciones ejecutivas a lo largo de los primeros cinco años de vida y su relación con la maduración de la corteza prefrontal.

Conclusiones. El desarrollo de las funciones ejecutivas implica el desarrollo de una serie de capacidades cognitivas que han de permitir al niño mantener información, manipularla y actuar en función de ésta; autorregular su conducta, logrando actuar de forma reflexiva y no impulsiva; y adaptar su comportamiento a los cambios que pueden producirse en el entorno. Alteraciones tempranas en el desarrollo ejecutivo limitan de forma dramática la capacidad del niño para hacer frente a situaciones novedosas, así como para adaptarse a los cambios de manera flexible.
 

FUENTE: REVISTA DE NEUROLOGÍA. 2009 ABR;48(8):435-440.

A. García-Molina; A. Enseñat-Cantallops; J. Tirapu-Ustárroz; T. Roig-Rovira.

 

 

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Un estudio ha desvelado cuáles son los productos que, ingeridos en la infancia, pueden influir en el desarrollo de la inteligencia.

Las investigaciones llevadas a cabo sobre dieta en la primera infancia y desarrollo cognitivo y neurofisiológico posteriores han estado centradas casi exclusivamente en el tipo de leche recibida. Muchos de estos trabajos han constatado que los bebés alimentados con leche materna obtienen mejores puntuaciones en los test de función cognitiva, pero en una buena parte de ellos no se han tenido en cuenta ciertos factores, como la inteligencia de la madre, que pueden alterar los resultados.

Otros estudios también han relacionado la exposición prenatal a los ácidos grasos Omega-3, a través de la vía materna, con un posterior mejor desarrollo neurocognitivo, pero sus resultados son inconcluyentes.

Pero ninguno ha examinado los efectos que tiene la alimentación seguida por los bebés cuando se inician en el consumo de productos sólidos en su desarrollo cerebral. "Hemos analizado las consecuencias de la nutrición cuando los niños cumplen los cuatro años, pero controlando otros factores que pueden influir en su inteligencia, como el coeficiente intelectual de la madre, la clase social, la educación, la calidad del ambiente vivido en el hogar y otros posibles valores que pueden alterar los resultados", comenta Chatarine Gale, de la Universidad de Southampton (Reino Unido) en un artículo publicado en 'The Journal of Child Psychology and Psychiatry'.

En el estudio participaron 241 menores de cuatro años, junto a sus madres, seleccionadas del 'Estudio de Mujeres de Southampton'. Iniciado en 1998, con féminas de 20 a 34 años que no estaban embarazas en ese momento, este trabajo tiene como fin identificar las influencias maternas en el desarrollo fetal, así como los factores ambientales que pueden determinar el crecimiento, el desarrollo cerebral y la salud de los menores nacidos.

Un grupo de enfermeras visitó a las madres y a sus bebés cuando tenían seis y 12 meses de edad. A todas se las realizó un cuestionario sobre el tipo de dieta seguida por sus hijos. Las dietas se dividieron en dos grupos. Una primera en la que se incluía la elevada frecuencia del consumo de frutas, vegetales, pescado, comidas caseras y un bajo consumo en productos preparados [potitos] y leche pasteurizada. El segundo tipo de dieta se caracterizaba por los considerados 'alimentos de adultos'. Es decir, una elevada ingesta de 'snacks', carne procesada, patatas fritas y naranjada.

Para poder determinar el desarrollo cognitivo de los infantes, un grupo de psicólogos llevó a cabo varios test de atención, habilidad sensomotora, memoria y lenguaje en los hogares de los pequeños cuando estos habían cumplido los cuatro años. Asimismo, se indagó sobre su atención visual, precisión motora y fluidez verbal. "También valoramos los detalles sobre la educación de la madre, nivel inteligencia, número de hijos previos, ocupación laboral y ambiente reinante en el hogar", destaca la doctora Gale.

Los menores que cuando eran bebés "siguieron una dieta rica en frutas, verduras y comidas caseras puntuaron más alto en las pruebas de inteligencia y memoria que los alimentados con el segundo tipo de dieta", rezan las conclusiones del trabajo. En ellas se insiste, además, que estos "resultados fueron independientes de la inteligencia o educación materna, su clase social o el ambiente en el domicilio familiar, peso o edad gestacional del hijo al nacer".
 

FUENTE: JOURNAL OF CHILD PSYCHOLOGY AND PSYCHIATRY. 2009 JUL;50(7):816 - 823.

 

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Un estudio explica a un nivel neural por qué parece que aprendemos más de nuestros éxitos que de nuestros fracasos.

Una nueva investigación aclara los mecanismos neurales que vinculan la información de retroalimentación del entorno con la plasticidad neural, la habilidad del cerebro para responder ante la experiencia. El trabajo tiene implicaciones para el conocimiento del proceso de aprendizaje y para la comprensión y tratamiento de los trastornos en este proceso.

Las células del cerebro podrían aprender de la experiencia sólo cuando se hace algo bien y no cuando se falla, según el estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge (Estados Unidos) que se publica en la revista 'Neuron'. Los investigadores han conseguido captar el proceso de aprendizaje que muestra cómo las células individuales cambian sus respuestas en tiempo real como resultado de la información sobre cuál es la acción correcta y cuál la equivocada.

Según explica Earl K. Miller, coautor del estudio, "hemos mostrado que las células cerebrales siguen si las conductas recientes tuvieron éxito o no". Además, cuando una conducta tenía éxito las células se volvían más sintonizadas con lo que el animal estaba aprendiendo. Después de un fallo existían pocos o casi nulos cambios en el cerebro ni mejoras en la conducta.

Los investigadores realizaron experimentos en monos en los que se proporcionaba a los animales la tarea de examinar dos imágenes alternantes en una pantalla de ordenador. En el caso de una de las imágenes, los animales eran recompensados cuando conducían su mirada hacia la derecha, en el caso de la otra imagen se suponía que tenían que mirar a la izquierda. Los monos utilizaban el ensayo y el error para descubrir qué imágenes requerían los distintos movimientos.

Los investigadores descubrieron que si las respuestas de los animales eran correctas o erróneas resonaban ciertas partes de sus cerebros con las repercusiones de sus respuestas durante varios segundos. La actividad neural que seguía a una respuesta correcta y a una recompensa ayudaba a los monos a realizar mejor el ensayo que aparecía segundos después.

"Si el mono conseguía responder bien, una señal se mantenía en su cerebro que parecía decirle 'lo hiciste bien'. Justo después de una respuesta correcta, las neuronas procesaban la información de forma más enérgica y eficaz y el mono era más propenso a responder bien a la próxima cuestión. Pero después de un error no se producía mejora. En otras palabras, sólo después de los éxitos y no de fracasos el procesamiento cerebral y la conducta de los monos mejoraba", explica Miller.

La corteza prefrontal organiza los pensamientos y las acciones en correspondencia con los objetivos internos mientras que el ganglio basal está asociado con el control motor, la cognición y las emociones. Este trabajo muestra que estas dos áreas cerebrales, que se sospechaba que jugaban papeles claves en el aprendizaje y la memoria, tienen toda la información para realizar el procesamiento neural necesario en el aprendizaje.

Los investigadores descubrieron actividad en muchas neuronas de estas dos áreas cerebrales que reflejaban la administración o retención de una recompensa que duraba varios segundos, hasta el siguiente ejercicio. Las neuronas individuales en ambas áreas transmitían información de forma sostenida durante entre cuatro y seis segundos, completando el espacio entre ejercicios.

La selectividad de la respuesta era más fuerte en un determinado ejercicio si el ejercicio anterior había recibido recompensa o más débil si había sido un error. Esto se producía cuando el animal estaba aprendiendo la asociación o ya era bueno en ella.

Después de una respuesta correcta, los impulsos eléctricos que procedían de las neuronas de estas áreas cerebrales eran más fuertes y transmitían más información. "La tasa de señal-ruido mejoraba en ambas regiones cerebrales. La fuerza de la respuesta les llevaba a conseguir acertar en el siguiente ejercicio. Esto explica a un nivel neural por qué parece que aprendemos más de nuestros éxitos que de nuestros fracasos", concluye Miller.
 

FUENTE: NEURON. 2009 JUL;63(2):244-253.

 

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